Izaskun Bilbao Barandica, Eurodiputada
Esta semana he participado en Donostia en una jornada de reflexión sobre la influencia que tienen las mujeres en la política europea. Allí he defendido que renovar el discurso sobre igualdad, modernizarlo, acercarlo a otros puntos de vista ayudará a conseguirla. Estamos muy acostumbrados a escuchar argumentos sobre justicia y derechos fundamentales que hay que mantener y hacer jugar en el terreno de los valores, en el de la conciencia personal y el discurso público. Pero además tenemos que escuchar mucho más a menudo hablar sobre la competitividad que las mujeres añaden a la economía en el marco global, la inversión que supone en consecuencia gastar en políticas de igualdad, los beneficios de gestionar en femenino y la imprescindible incorporación de los hombres a esta causa. En definitiva hay que transformar la igualdad de reivindicación reclamada exclusivamente por mujeres a necesidad sentida y comprendida por la sociedad
Como os comentaba me animé a compartir estas reflexiones en un debate sobre el poder real de las mujeres en la política europea en el marco del programa “European Dialogues” celebrado en el Museo de San Telmo de Donostia. El evento tuvo una interesante proyección en las redes sociales a través del TAG #EUDialogues. En la zona de ponentes me acompañaron la diputada en el congreso por Podemos, Rosa Martínez y la alcaldesa de Bakio Amets Jauregizar. El acto fue conducido por el anterior Ararteko Iñigo Lamarca y presentado por Katerina Yiannibas. Durante el mismo él ilustrados Ángel López de Luzuriaga fue desarrollando ilustraciones que adquirían proyección en las redes sociales gracias a la tarea de la blogger Itziar García. Algunos de sus dibujos acompañan a esta crónica.
En mi presentación, que podéis descargar desde aquí, realicé un análisis crítico del éxito con el que los principios sobre igualdad que aparecen en los tratados de la Unión se van plasmando en las políticas del día a día. La inexistencia de datos fiables para comparar y evaluar los programas que se van poniendo en marcha a nivel europeo y las muy diferentes la diferencia de culturas jurídicas en torno a cuestiones tan importantes como el tratamiento que se ofrece a los delitos vinculados a la violencia de género fueron algunas de las cuestiones mencionadas para explicar la lentitud con que avanza la igualdad. A ello debe añadirse la actitud rácana de algunos estados en cuestiones como las directivas de permisos de maternidad o de igualdad de acceso de las mujeres a centros de decisión económica que dibujan un balance manifiestamente memorable de lo que se debe y puede hacer en esta materia.
Además de la persistencia en las políticas conocidas contra los estereotipos, educativas, de conciliación y educativas, insistí en que que para seguir mejorando en este ámbito hay que innovar en el discurso sobre igualdad, hay que añadir nuevas notas de apoyo a esta causa para convertirla de reivindicación reclamada exclusivamente por mujeres en necesidad sentida y comprendida por la sociedad. Por eso es imprescindible la incorporación masculina a la causa, empezando por hacer conscientes a los hombres de lo que se pierden debido al rol que la distribución tradicional entre géneros les adjudica. Pero además tenemos que empezar a decir más a menudo que gastar en igualdad es invertir. Por eso en este foro como ya he hecho en el pleno del Parlamento en varias ocasiones subrayé la aportación de las mujeres a la competitividad de la economía. Para argumentar en favor de esta idea basta ser consciente, por ejemplo la capacitación académica y profesional de las mujeres de lo que ha supuesto conseguirlo en términos de inversión pública y de lo que nos cuesta no incorporar ese talento al sistema productivo. Si a ello le sumamos que, con sus defectos, Europa es uno de los espacios sociales y económicos del mundo en el que la igualdad está más avanzada es fácil entender que la suma de este talento al sistema es un factor de competitividad para Europa frente a sus competidores globales, que presentan una situación mucho peor que nuestra Unión en la incorporación del talento femenino a sus sistemas productivos y unos valores que auguran que tardarán bastantes décadas en hacerlo.
También hable del informe de evaluación aprobado por el Parlamento Europeo para juzgar los resultados del primer plan continental 2010-2015 sobre igualdad y de los resultados de la primera encuesta europea para determinar la dimensión del problema de la violencia de género. Una de cada tres mujeres en Europa es víctima de esta lacra y ha habido que recurrir. Una encuesta porque no hay datos criminalísticos a nivel de UE. La razón es simple: en algunos estados miembros este tema sigue considerándose un santo privado, un problema doméstico entre personas de la misma familia.
Además destaqué los efectos que la brecha salarial, que supera hoy el 16% , tiene durante la vida laboral activa de las mujeres y especialmente cuando estas se jubilan. En ese momento las diferencias en las cuantías de las prestaciones se multiplican hasta alcanzar el 39%. En cuanto a la brecha sobre ocupación, que supera hoy el 10% pedí a las mayoritariamente mujeres con las que debatimos que se fijasen no solo en la cifra sino en la calidad y entidad del problema vista la feminización de algunas profesiones y la mayor precarización de los empleos femeninos.
Sin embargo quise añadir una nota de optimismo en la utilidad de la UE para fomentar políticas de igualdad. La incorporación de la Igualdad entre la funciones y áreas de trabajo de la Comisión Europea ha supuesto una definitiva extensión de este debate en toda la sociedad del continente y una muy positiva evolución de las políticas en este ámbito en los países en que había peores registros. Igualmente hay que valorar la progresiva homogeneización en los procesos de recogida de datos y de intercambio de buenas prácticas en las que han destacado autoridades subestatales o entidades como Emakunde que ya participa en las tareas del instituto europeo de Igualdad.
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